Pedro Tauzy
Estudios Heideggerianos
¿Por qué Ártemis? ¿Por qué los dioses griegos? Porque para los griegos los dioses no constituían una religión ni tampoco un asunto interesante de charlas poéticas ni menos aún un rejunte de curiosidades y datos “históricos”. Todo eso es producto del representar moderno y, por ende, abandonado por todo diosar–del-presente.
La esencia de los dioses es el “aparecer” en el sentido de un mirar compenetrado hacia lo “común”, lo “ordinario” o “cotidiano” hasta el punto tal que, atravesando y sobrepasándolo, es justamente esto cotidiano lo que se muestra ya en la dimensión de lo extraordinario y sagrado. Los dioses son los de mirada penetrante. Apolo, el que por su mirar desoculta en el claro de luz el juego de luz y oscuridad.
Ártemis porta las mismas señas que su hermano Apolo: arco y lira. La lira es la seña del “juego y la armonía”. ¿Juego y armonía en tanto qué? En tanto lo que hace juego y que por su jugar contendiente (la contienda de la physis) entre opuestos brinda el espacio-tiempo para la αλέθεια (aletheia): la unidad entre lo oculto y lo desoculto.
Ártemis es la diosa de la caza. Caza de los animales. Los animales que señalan lo “viviente” (ζωή) de la Φύσις (physis). Ártemis, entonces es la diosa de la physis. Pero para los griegos la palabra physis (φύσις) está muy lejos de lo que la modernidad nombra con la palabra “naturaleza” pese a que así se la traduzca. La physis (o naturaleza)es el surgir incesante que, en tanto surge, se cierra en sí mismo y así se muestra en lo abierto de lo desoculto. Ártemis es la diosa de la physis en tanto es aquella que se alza desde la ocultación y crece y da vida desde la desocultación. Ella es Alta.
A su vez, Ártemis aparece con antorchas en ambas manos. ¿Cuál es la esencia simbólica de la antorcha, es decir, del fuego? La luz (φως, φάος). Ártemis es portadora de la luz (φωτοφόρος, φωσφόρος). La esencia de la luz es la claridad sin la cual nada aparece, sin la cual nada puede salir de lo oculto a lo desoculto. Si se presta atención, las palabras griegas φύσις, φως, φάος, φωτοφόρος, φωσφόρος, tienen su origen en la misma raíz a la cual pertenecen ¿Cómo pueden la luz del fuego, la physis, la lira y el arco ser lo mismo? ¿Dónde está el Símbolo?
Ártemis es la diosa de la aurora, de la luz y del juego-armónico de la naturaleza (en tanto physis). Su seña es la lira que también es el arco de flechas. La lira, ahora como arco, lanza la flecha. El arco conlleva la muerte. Pero las muertes expedidas por sus flechas son las muertes súbitas, suaves y amables. La diosa de la aurora, del juego armónico y de la luz, es al mismo tiempo la diosa de la muerte, como si lo que es claro, lo que juega y lo que surge fueran como la muerte. Vida y muerte son “contrarias” solemos pensar. Pero lo contrario es lo que íntimamente más se atrae en el extremo dirigirse el uno al otro. Donde actúan los opuestos se da la “contienda” ya mencionada más arriba. Esta “contienda” es precisamente el juego armónico de la physis. Pero este aparecer de la diosa en medio de todo lo ente hace ver que en cada presente se da un símbolo vivo de juego simultáneo entre luz y oscuridad, vida y muerte. No como primero lo uno que luego se alterna en su opuesto. Sino como ambos opuestos siendo a la vez en lo mismo como lo mismo.
¿Y en todo esto a qué viene la antorcha, con su fuego, la luz? Ártemis aparece con antorchas porque es la portadora de la luz. Ella anda de noche por las montañas como cazadora. Lo que muestra y lo que caza es “lo viviente”, la physis. De nuevo: physis (naturaleza) en griego es lo que surge a partir de sí mismo en lo abierto y libre y que, en este surgimiento permanece como lo que aparece entregándose a lo libre del presente en ese aparecer. Por eso en este “libre” del claro despejamiento de la physis se muestra el “Ser” como la “esencia del juego armónico”. Las ninfas que juegan el juego de la naturaleza son las compañeras de Ártemis. Este juego se señala en la Lira. Pero como todo juego armónico es la contienda de opuestos, la Lira es también el arco de flechas que en su tensar y destensar esencia esa misma armonía. Pero estas flechas buscan lo viviente para darle muerte; lira y arco; juego y muerte. En esto, la señal de la antorcha dice lo mismo. La antorcha es la señal de la muerte en tanto es señal del fuego. El fuego acá es la señal de la muerte como aquello que nunca se desvanece y que, así, extingue. El fuego (la luz) a la vez que abre el claro para el desocultamiento y el aparecer de lo que, sin el fuego, no aparece, permanece él como el que sin desvanecerse se consume a sí mismo y que en su propio consumirse consume aquello que su luz muestra llevando esto mostrado de nuevo hacia la ocultación.
Vida y muerte; luz y noche se corresponden una con otra en tanto se contradicen al mismo tiempo entre sí. Ártemis, la de las alturas, permite mirar dentro de esta “contradicción” misma a través de su aparecer en todo ente por su mirar compenetrado hacia-y-más-allá de todo ente y toda cotidianidad.