Pedro Tauzy
—Siempre dejás todo para “después”. ¿Por qué vivís postergando?
—Porque vivo en el ahora. En el presente.
Lo miró, con esa mirada que uno ya conoce y que ocultamente escucha y a la que ocultamente le teme, y le dijo:
—No. El que vive en el pasado es el que posterga.
Entonces se fue al pasado, al que ya pertenecía. Al que ya pertenece.
En el presente del pasado un hombre corre. Todo el tiempo corre. Vive corriendo. ¿Por qué no puede dejar de correr? ¿A dónde quiere ir? ¿A dónde cree que está yendo? Porque ya es muy evidente que ese incansable estar-corriendo no puede hacer otra cosa que postergar.
Se pregunta, ahora, si está corriendo hacia algún lugar o si está corriendo desde algún lugar. ¿Estoy escapando? ¿De dónde me estoy escapando? Y, ¿de quién creo que me estoy escapando? ¿Por qué no puedo dejar de escapar?
Todas son una y la misma pregunta.
Una vez advertido esto, empezó a advertir que, en el presente del pasado, aquel mismo hombre espera. Todo el tiempo espera. Vive esperando. ¿Por qué no puede dejar de esperar? ¿A quién espera? ¿A quién cree que está esperando? Porque ya es muy evidente que ese incansable estar-esperando no puede hacer otra cosa que postergar.
Se pregunta, ahora, si está esperando a alguien o si se está escondiendo de alguien. ¿Me estoy escondiendo? ¿De quién me estoy escondiendo? Y, ¿de quién creo que me estoy escondiendo? ¿Por qué no puedo dejar de esconderme?
Todas las preguntas son una y la misma pregunta.
Una vez advertido esto, empezó a advertir que estaba haciendo algo de todo lo que había estado postergando. Se estaba empezando a preguntar. Se empezó a preguntar. Se está preguntando.