Pedro Tauzy
Los tristes.
Como tan cercanamente de lejos sale a mi encuentro ese roble aislado, solo, en la llanura límpida.
No soy yo quien se fuma este cigarrillo. Es la tristeza la que lo fuma.
Si el roble es el mismo roble desde siempre en cada roble.
Si la nube es la misma nube desde siempre en cada nube.
¿Por qué el hombre porque “ve” que “algo” evoluciona en el hombre-histórico toma ello (es decir, la “evolución”) por la Verdad del Ser? ¿A dónde vas humano? ¿Hacia dónde el progreso? Qué cosa burda eso del “progresismo”.
Si todo y lo único que buscás es a tu-sí-mismo. Qué lejos te fuiste de casa.
No te vas a encontrar entre tantos edificios. No te vas a encontrar entre tanto entretenimiento. Enterraste tu verdad y tu alimento. Tapado de cemento y de edificios estás. ¿Fascinado y maravillado con tus máquinas? Persiguiendo una ciencia técnico-robótica que por sus “avances” en la medicina nos permita “durar” más. Aturdido con tu hacer-cultura. ¿Desde y hacia dónde?
Cuando se den cuenta no les van a quedar fuerzas ya para emprender semejante destructivo-soltar-de-regreso-a-casa.
Mientras, acá estamos los tristes. Los que ya se saben. Pero es un saber lastimoso. Es un saber que presiente un recuerdo-nostálgico-anhelante. Lo que sabemos es la ausencia del ser. Pero lo que más nos duele a nosotros, los insólitos, es la ausencia de atestiguamiento de la ausencia del ser por parte de ustedes, los ruidosos, aunque amen de esa manera.
Para los ruidosos el “tener proyectos” es todo. Y nos subestiman a nosotros por no tener esos “proyectos”. Lo ven como una disminución de la voluntad. Pero jamás se preguntan si esa ausencia de voluntad no es, en realidad, la suma-voluntad. Es la voluntad de la voluntad. La voluntad en la voluntad.
Mientras tanto siguen “progresando” sin ver que todo ese movimiento busca lo más cercano. La calma quietud del ser.