¿Qué nombra la palabra “ética”?

Pedro Tauzy

 

Ética viene del ensamble entre dos palabras griegas que entre sí también ya están ensambladas. Éstas son εθος (ethos –con e corta) y ηθος (Eethos –con e larga): ηθος (eethos) significa la morada del hombre, el domicilio del hombre. Pero no “el domicilio” o “la morada” como su territorio físico para notificar una demanda o recibir un correo o llenar un formulario. El ηθος (eethos) del hombre alude a su morada, en el sentido del domiciliarse del hombre en el mundo y la tierra. El ámbito señalado para el hombre en medio del todo del ente. No hay ηθος posible sin consideración al terruño, al paisaje, al diálogo tierra-mundo. En definitiva, ηθος indica, para el hombre, su lugar en medio de la naturaleza y del mundo.

El ηθος (eethos) es el desde-dónde-esencial en que el hombre se relaciona y se deja relacionar con el cielo, la tierra y el mundo (los demás hombres y entes). A su vez, esta morada, este Eethos significa “carácter”: esto es, la personalidad en la que moramos, la que venimos a habitar y desde la cual nos relacionamos con todo lo ente a través del λόγος (“logos”: la Palabra, la colecta de lo diverso en lo uno, la unidad unificadora, el espíritu).

Esta morada, este domiciliarse desde la estancia humana a partir del carácter y de la palabra (λόγος) con el resto del mundo y con los demás hombres arroja costumbres, es decir, modos compartidos de entrar en relación con el mundo y la tierra en un lugar y momento dados. Estas costumbres se van fijando y estableciendo por sí solas y toman el nombre de ethos (εθος) que son “normas” espontáneas (surgidas desde sí-mismas), las que a partir del eethos (ηθος) guían o pretenden guiar rectamente nuestro comportamiento con el mundo de acuerdo a nuestra esencia humana, entendida como aquél ente que está en medio del todo del ente sin ser el “centro” ni el fundamento. ¿Qué nos dice este “estar en el medio-sin-ser-el-centro”? Que, si estamos en el medio, es porque lo humano señala hacia un ámbito moderador entre lo existente sin consciencia y lo existente conscientemente. Y este estar en el medio implica un dejar-subyacer-al-centro como lo que no nos pertenece, pero sí a lo que pertenecemos. Desde aquí, todo accionar humano que pretende posicionarse a sí mismo como el centro es lo que podemos nombrar con la palabra egoísmo, la que, entendida no de manera cotidiana y vulgar (moral), es la inversión de los principios en virtud de la cual la “voluntad particular” pretende subordinar a la “voluntad Universal”.

Quizás, el hombre siempre pasa por alto esta cuestión al nombrar la palabra “ética”, pero es precisamente desde aquí que surge ese imperativo que nos exige no ir más allá del ámbito de “mis” propósitos de modo que influyan negativamente y sin causa “justa” en los propósitos del “otro”. Lo “justo” entendido desde donde estamos hablando, implica lo “ajustado”, lo “ensamblado” en el sistema (ensamblaje) del todo del ente, en el que todo lo existente se relaciona entre sí en la contienda tierra-mundo (Heidegger) de manera armónica y en-sí-misma en devenir.

Cuando la intervención particular y egoica irrumpe en este devenir pervirtiéndolo, se verifica una carencia ética.

 

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